... HURTFEW ABBEY : A Dios pongo por testigo

2/10/11

A Dios pongo por testigo


Cuando pudo incorporarse al fin y vio nuevamente las negras ruinas de Doce Robles, su cabeza se irguió, y entonces algo que fue juventud, belleza e intensa ternura había desaparecido para siempre. Lo pasado, pasado. Los muertos estaban muertos. El ocio y el lujo de días mejores quedaban lejos y no volverían jamás. Y cuando Escarlata arregló el pesado cesto colgándoselo al brazo, había arreglado también su mente y su vida entera.

No se podía retroceder, y ella iba a marchar hacia adelante.

En todo el Sur, durante medio siglo, se verían mujeres de mirada rencorosa que se acordarían del pasado, de los hombres muertos, de los tiempos idos, que evocarían con recuerdos dolorosos e inútiles, soportando con orgullo su dura pobreza, merced a que conservaban tales recuerdos. Pero Escarlata no iba a mirar nunca hacia el pasado.

El hambre volvía a roerle el estómago vacío. Exclamó en voz alta: "Dios sea testigo de que los yankis no van a poder conmigo. Voy a sobrevivir a todo ésto, y cuando termine todo, no volveré a pasar hambre otra vez. Ni yo ni ninguno de los míos; aunque tenga que robar o matar. ¡A Dios pongo por testigo de que nunca más voy a pasar hambre!"


"Lo que el viento se llevó" Margaret Mitchell, 1936

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