... HURTFEW ABBEY : 2017

17/2/17

Los cuentos de Matute


El cuento es astuto. Se filtra en el vino, en las lenguas de las viejas, en las historias de los santos. Se vuelve melodía torpe, en la gargante de un caminante que bebe en la taberna y toca la bandurria. Se esconde en las calumnias, en los cruces de los caminos, en los cementerios, en la oscuridad de los pajares. El cuento se va, pero deja sus huellas. Y aún las arrastra por el camino, como van ladrando los perros tras los carros, carretera adelante. El cuento llega y se marcha por la noche, llevándose debajo de las alas la rara zozobra de los niños. A escondidas, pegándose al frío y a las cunetas, va huyendo. A veces pícaro, o inocente, o cruel. O alegre, o triste. Siempre, robando una nostalgia, con su viejo corazón de vagabundo.

Ana María Matute en la biblioteca
"La puerta de la luna. Cuentos Completos"
Ana María Matute

9/2/17

La fisionomía del ladrón


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- ¡Un robo soberbio! ¡Ciencuenta y cinco mil libras! ¡No siempre tenemos ocasiones parecidas! ¡Los ladrones se van haciendo muy mezquinos! ¡La raza de los Sheppard se va extingiendo! ¡Ahora se dejan ahorcar tan sólo por unos cuantos chelines!.

- Señor Fix -continuó el cónsul- creo difícil que logre su misión. ¿Sabe que con las señas que ha recibido, ese ladrón se parece absolutamente a un hombre de bien?

- Señor cónsul - respondió dogmáticamente el inspector de Policía- los grandes ladrones se parecen siempre a los hombres honrados. Ya comprenderá usted que los que tienen trazas de bribones sólo cuentan con un recurso: el de ser probos, sin lo cual serían arrestados con asiduidad. Las fisionomias honradas son las que debemos desenmascarar más frecuentemente. Convengo que este trabajo es dificultoso, siendo más bien hijo del arte que del oficio.

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"La vuelta al mundo en ochenta días"
Jules Verne

1/2/17

Aquí en la isla, el mar


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Aquí en la isla
el mar 
y cuánto mar 
se sale de sí mismo
a cada rato, 
dice que sí, que no, 
que no, que no, que no, 
dice que si, en azul, 
en espuma, en galope, 
dice que no, que no. 
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite 
pegando en una piedra 
sin lograr convencerla, 
entonces 
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes, 
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa, 
la humedece
y se golpea el pecho 
repitiendo su nombre. 

Oh mar, así te llamas, 
oh camarada océano,
no pierdas tiempo y agua, 
no te sacudas tanto, 
ayúdanos, 
somos los pequeñitos 
pescadores, 
los hombres de la orilla, 
tenemos frío y hambre
eres nuestro enemigo,
no golpees tan fuerte, 
no grites de ese modo, 
abre tu caja verde
y déjanos a todos 
en las manos 
tu regalo de plata:
el pez de cada día.

Aquí en cada casa
lo queremos
y aunque sea de plata, 
de cristal o de luna, 
nació para las pobres 
cocinas de la tierra. 
No lo guardes, 
avaro, 
corriendo frío como 
relámpago mojado
debajo de tus olas. 

Ven, ahora, 
ábrete 
y déjalo 
cerca de nuestras manos,
ayúdanos, océano, 
padre verde y profundo, 
a terminar un día
la pobreza terrestre.
Déjanos 
cosechar la infinita
plantación de tus vidas, 
tus trigos y tus uvas, 
tus bueyes, tus metales,
el esplendor mojado 
y el fruto sumergido.

Padre mar, ya sabemos 
cómo te llamas, todas 
las gaviotas reparten 
tu nombre en las arenas:
ahora, pórtate bien,
no sacudas tus crines,
no amenaces a nadie,
no rompas contra el cielo 
tu bella dentadura, 
déjate por un rato 
de gloriosas historias, 
danos a cada hombre, 
a cada
mujer y a cada niño, 
un pez grande o pequeño 
cada día.

Sal por todas las calles 
del mundo
a repartir pescado 
y entonces 
grita, 
grita
para que te oigan todos
los pobres que trabajan 
y digan, 
asomando a la boca 
de la mina:
"Ahí viene el viejo mar 
repartiendo pescado". 
Y volverán abajo, 
a las tinieblas, 
sonriendo, y por las calles
y los bosques 
sonreirán los hombres
y la tierra
con sonrisa marina. 


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"Oda al mar"
Pablo Neruda (1904-1973)

En el páramo de Baskerville

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Y en ese momento fue cuando ocurrió la cosa más sorprendente e inesperada. Nos habíamos puesto en pie y tomábamos el camino de casa, abandonando la inútil persecución. La luna estaba baja en el cielo por la derecha. y la cúspide dentada de un gran peñasco de granito se alzaba sobre el fondo de la curva inferior del disco de plata. Allí, silueteada lo mismo que negra estatua de ébano sobre aquel fondo brillante, distinguí sobre el peñasco la figura de un hombre.

No se imagine, Holmes, que aquello fue un engaño de los sentidos. Le aseguro que jamás he visto en mi vida una cosa con mayor claridad. Por lo que pude ver, la figura era la de un hombre alto y delgado. Se hallaba en pie, con las piernas un poco abiertas, los brazos cruzados, la cabeza inclinada, como si meditase contemplando la enorme extensión de turba y de granito que se abría delante de él. Quizá fuera el espíritu mismo de aquel lugar terrible. 

Yo dejé escapar un grito de sorpresa y se lo señalé al baronet, pero durante el breve instante que yo me volví para agarrarle del brazo, el hombre había desaparecido. Allí seguía estando la cúpula afilada de granito, cortando el extremo inferior de la la luna, pero ya no quedaba en aquella cumbre rastro alguno de la figura silenciosa e inmóvil.

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Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930)
"El sabueso de los Baskerville"

Metamorfosis

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Y ya he dado término a una obra que ni la ira de Júpiter ni el fuego, ni el hierro, ni el tiempo devorador podrán destruir. Ese día, que, sin embargo, no tiene poder más que sobre mi cuerpo, pondrá fin cuando quiera al incierto espacio de mi existencia; pero yo volaré, eterno, por encima de las estrellas con la parte mejor de mi, y mi nombre persistirá imborrable. Y allá por donde el poder de Roma se extienda sobre las tierras sometidas, los labios del pueblo me leerán, y por todos los siglos, si algo de verdad hay en las predicciones de lo spoetas, gracias a la fama yo viviré.

Ovidio. "Metamorfosis"

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